Cuando Dios pidió a Noé de llevar con él en el arca a algunos
animales, para que también ellos pudieron sobrevivir el gran diluvio, hizo una
distinción entre animales puros y animales impuros. De todos los animales puros
tuvo que llevar siete parejas, el macho con su hembra, y de todos los animales
impuros, una pareja, el macho con su hembra. Por lo tanto, el Génesis nos anima
a preguntar en qué se basa la diferencia entre animales puros e impuros.
El Levítico, uno de los libros del Antiguo Testamento, ofrece
listas con los animals que los judíos pueden y no pueden comer. Basándose en
esa información, las autoridades religiosas llegaron a la conclusión que los
animales puros son los que la gente pueden comer y los impuros los que no
pueden comer. Esta explicación satisface a la gente que tiene una mente simple,
pero no a la gente que tiene una mente inquisitiva. Estos últimos se dan cuenta
de que este relato mismo explica a lo que se refieren puro e impuro. Si una
pareja de los animales impuros era suficiente para repoblar la tierra, es obvio
que impuro se refiere al incesto y la endogamia.**
Como
anteriormente Dios se refirió a Noé y su familia como unos animales*, el
Génesis nos anima a preguntar si Dios les consideró puros o impuros. Para
encontrar la respuesta solo debemos contar las parejas que se encontraban en el
arca. Había cuatro: Noé y su mujer, y sus
tres hijos con sus mujeres. Esto les deja justamente entre puro e impuro. Dios
les consideró entre puro e impuro.
El
Génesis dice: “Dios creó al ser humano a imagen suya, macho y hembra los creó.”
Como podemos suponer que Dios es puro, y por lo tanto que también Adán y Eva
eran puros – Adán y Eva no son las primeras personas en la tierra, sino solo la
primera generación que puso fin a la armonía –, el incesto y la endogamia deben
ser considerados como una consequencia de comer la fruta prohibida.
Cuando reflexionamos sobre cómo las siete parejas de cada
especial de animals puros repoblaron la tierra, mientras intentaban evitar el
incesto y la endogamia, nos daremos finalmente cuenta de la importancia del
linaje masculino (siempre de padre a hijo) y del linaje femenino (siempre de
madre a hija). La mejor manera para evitar el incesto y la endogamia sería para
que en cada generación, cada linaje masculino (o femenino), se cruza
sucesivamente con cada una de las siete linajes femeninos (o masculinos), así
que siete generaciones más tarde se cruza de nuevo con el primer linaje
femenino (o masculino). Esto explica por qué Henoc, un descendiente de Adán, el
bisabuelo de Noé, es especial. Hay siete generaciones entre Dios (la generación
anterior a Adán) y Henoc. Es, por lo tanto, ninguna coincidencia que el Génesis
dice de él: “El total de los días de Henoc fue de trescientos sesenta y cinco
(¿365!) años. Henoc anduvo con Dios, y desapareció porque Dios se lo llevó.”
(*se explicará en un próximo artículo)
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