domingo, 18 de octubre de 2015

LA MUJER ADÚLTERA

Después de haber descubierto el enigma en el Evangelio de san Mateo, podemos entender mejor el relato de la mujer adúltera que solo aparece en el Evangelio de san Juan. Vemos ahora que Jesús tenía buenos motivos para defenderla ya que ella tuvo mucho en común con su propia madre. Incluso puede haberse tratado de ella.
Los escribas y fariseos se acogen a la ley de Moisés para lapidarla y esperan que Jesús contradiga esa ley para poder acusarlo. Pero Jesús, al igual que en esa ocasión cuando los fariseos le preguntaron si era lícito pagar tributo al César o no, y él responde: “Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios” (Mt22:21) encuentra también esta vez una salida al dilema al que se enfrenta diciendo: “Aquel de vosotros que esté sin pecado, que arroje la primera piedra.”
Este razonamiento está acorde con lo que Jesús dijo sobre los juicios: “No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, con la medida con que midáis se os medirá. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo?” (Mt7:1-3)
Aunque en el relato de la adúltera todos reconocen haber pecado, no está claro a qué pecados se refieren. Reflexionando sobre este tema nos damos cuenta de que entre la multitud que lapida a una adúltera puede haber gente que también mantuvieron relaciones extramaritales, pero que tuvieron la suerte de no ser descubierta.
Como ocultar unas relaciones extramaritales es más difícil para una mujer que para un hombre, porque es ella que se queda embarazada, es incluso posible que entre la multitud que lapida a una adúltera se encuentra el padre de la criatura a la que va a dar a luz

En este relato llama la atención el hecho de que los fariseos iban acompañados por los escribas cuando le preguntan qué hacer con esta mujer. Esto podría sugerir que sorprendieron a esa mujer por un escrito. En el caso de que esa mujer fuera María, puede haber tenido que ver con el empadronamiento impuesto por César Augusto. En ese empadronamiento María puede haber indicado quién era el verdadero padre de Jesús. (Lc2:1-3) En el caso de que esa mujer era María, Jesús se topó con un serio problema. Aunque había salvado a su madre, él ya no iba a poder enseñar en el templo. A los bastardos no se les permitía entrar en este lugar sagrado. En el Evangelio de San Mateo encontramos también que los fariseos dicen a Jesús: “Has nacido todo entero en pecado ¿y nos das lecciones a nosotros? (Jn9:34)

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