Después de haber descubierto el enigma en el Evangelio
de san Mateo, podemos entender mejor el relato de la mujer adúltera que solo
aparece en el Evangelio de san Juan. Vemos ahora que Jesús tenía buenos motivos
para defenderla ya que ella tuvo mucho en común con su propia madre. Incluso
puede haberse tratado de ella.
Los escribas y fariseos se acogen a la ley de Moisés
para lapidarla y esperan que Jesús contradiga esa ley para poder acusarlo. Pero
Jesús, al igual que en esa ocasión cuando los fariseos le preguntaron si era
lícito pagar tributo al César o no, y él responde: “Pues lo del César
devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios” (Mt22:21) encuentra también esta
vez una salida al dilema al que se enfrenta diciendo: “Aquel de vosotros que
esté sin pecado, que arroje la primera piedra.”
Este razonamiento está acorde con lo que Jesús dijo
sobre los juicios: “No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el
juicio con que juzguéis seréis juzgados, con la medida con que midáis se os medirá.
¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en
la viga que hay en tu ojo?” (Mt7:1-3)
Aunque en el relato de la adúltera todos reconocen
haber pecado, no está claro a qué pecados se refieren. Reflexionando sobre este
tema nos damos cuenta de que entre la multitud que lapida a una adúltera puede
haber gente que también mantuvieron relaciones extramaritales, pero que
tuvieron la suerte de no ser descubierta.
Como ocultar unas relaciones extramaritales es más
difícil para una mujer que para un hombre, porque es ella que se queda
embarazada, es incluso posible que entre la multitud que lapida a una adúltera
se encuentra el padre de la criatura a la que va a dar a luz
En este relato llama la atención el hecho
de que los fariseos iban acompañados por los escribas cuando le preguntan qué
hacer con esta mujer. Esto podría sugerir que sorprendieron a esa mujer por un
escrito. En el caso de que esa mujer fuera María, puede haber tenido que ver
con el empadronamiento impuesto por César Augusto. En ese empadronamiento María
puede haber indicado quién era el verdadero padre de Jesús. (Lc2:1-3) En el
caso de que esa mujer era María, Jesús se topó con un serio problema. Aunque había
salvado a su madre, él ya no iba a poder enseñar en el templo. A los bastardos
no se les permitía entrar en este lugar sagrado. En el Evangelio de San Mateo
encontramos también que los fariseos dicen a Jesús: “Has nacido todo entero en
pecado ¿y nos das lecciones a nosotros? (Jn9:34)
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