Hillel, un famoso líder religioso judío, del primer siglo
antes de Cristo, dijo que la Biblia enseña no hacer a los demás lo que es
odioso para uno mismo. De esta manera asociaba claramente a la Biblia con el
principio del karma.
Los diez mandamientos se basan en este principio. No
es porque Dios prohíbe matar, cometer adulterio, robar, dar falso testimonio en
contra de un vecino o desear las cosas que pertenecen a un vecino, que no debemos
hacerlo, sino porque no nos gusta cuando otros lo hacen a nosotros.
El karma no toma en cuenta lo que está legalmente permitido
o prohibido – la ley permite ciertos robos y asesinatos
– sino que toma en cuenta las malas
vibraciones que las personas sienten cuando alguien les perjudica. Los que
piensan que pueden salirse con su mala conducta tendrán que aprender al ‘sufrir’
las consecuencias.
Las personas que se dan cuenta de que la ley del 'ojo
por ojo y diente por diente' se refiere a cómo funciona nuestro karma ya no
buscan venganza – saben que hacerlo crea un circulo vicioso de violencia que
lleva a más violencia – pero se protegen contra la violencia de los demás
estudiando qué circunstancias llevan a la violencia y comó pueden cambiar estas
circunstancias.
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