jueves, 5 de noviembre de 2015

PILATO Y EL REINO DE JESÚS

Las palabras de Jesús: "Mi reino no es de este mundo" han sido terriblemente mal interpretados. Es por esta razón que hoy en día los cristianos suponen que un paraíso en la tierra es imposible, a pesar de que Jesús era un Judio y creía que es posible.
Este relato da la impresión de que Pilatos, el gobernador romano, era un hombre justo que no encontró ningún motivo para acusar a Jesús y que incluso intentó liberarlo gracias a la costumbre de soltar a un preso durante la fiesta de la Pascua. Pero no debemos ignorar el contexto histórico. En esa época los romanos temían una rebelión. Es lógico que a Pilatos no le gustara en absoluto que a Jesucristo le llamaron el Mesías y el rey de los judíos. El sabía que muchos judíos esperaban del Mesías que les librara de los romanos. Y también sabía que una persona que era considerado el rey de los judíos –Jesucristo era un descendiente directo del rey David, siempre de padre a hijo– podía unir a todas las diferentes sectas judías, y encabezar una guerra contra los romanos.
Es en respuesta a la pregunta de Pilato: “¿Es cierto que te llaman el rey de los judíos?” cuando éste responde: “¡Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuese de este mundo mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi reino no es de aquí!”(Jn18:36) Por lo tanto, es evidente que Jesús intentaba tranquilizar a Pilatos, haciéndole entender que no tenía nada que temer porque él se consideraba un líder espiritual y no un líder mundano. El hecho de que era rey de los judíos se correspondía a que era un descendiente del rey David por un linaje siempre de padre a hijo.

Vemos así que estos relatos sobre Pilatos y Barrabás ocultan una realidad compleja: debemos tener en cuenta de que si el Nuevo Testamento aspiraba a ayudar a convertir el cristianismo en la religión oficial del Imperio Romano no se podía permitir criticar a los romanos.

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